Misión con los Pueblos Indígenas de América Latina
Por: Loudeger Mazile, OMI
Consejero general para América Latina
Los pueblos indígenas son tantos y tan variados como los países de América Latina donde son los habitantes originales. Solo hay una palabra para describir su condición: miseria. Las naciones indígenas son consideradas ciudadanos de segunda clase en su propia tierra, ¡qué contradicción! Esta es la realidad, en la actualidad, de las naciones indígenas de América Latina. Ellos, junto con los afroamericanos, son los rostros visibles de la pobreza en el continente. Esta pobreza es producto de más de quinientos años de explotación, discriminación y exclusión a todos los niveles.
El “despertar” de las masas indígenas está simbolizado por la toma del poder político en Ecuador y Bolivia por candidatos indígenas. Esta es la culminación de un lento y largo proceso de formación y “concienciación” en el que los oblatos han participado. En varios países de América Latina, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada han continuado ayudando a los pueblos indígenas, particularmente en la evangelización que restablece su dignidad, respeta sus culturas y tradiciones, y en la organización de las masas indígenas en diversos grupos y asociaciones para defender sus bases. derechos humanos.
En Paraguay, la primera “caída de tierras” en América Latina, los oblatos han ayudado a los indígenas a educarse en su propia lengua. Transcribieron su lengua materna en una ortografía que todavía se usa hoy en día en el país.
En Bolivia, la misión de OMI con los pueblos indígenas consiste en la formación y concientización. También ayudan en el establecimiento de asociaciones y sindicatos que ayudarán a las masas a defender sus derechos humanos. Este trabajo es especialmente facilitado por una red de radio comunitaria que a través de los años ha dado voz a los “campesinos” pobres y trabajadores de las minas.
En Perú, en medio de la persecución y masacre de indígenas por los rebeldes y el ejército regular en las zonas remotas del país, los oblatos se han puesto de su parte para ayudarlos a defenderse y denunciar los abusos contra las víctimas. Esta ayuda también se extiende a las personas que han buscado refugio en la ciudad. Los oblatos han ayudado a colocar un manto de protección para mantener a los pueblos indígenas en un ambiente hostil y extraño.
En México, los oblatos ofrecen a los indígenas oportunidades para educarse y tener acceso a servicios básicos de salud. A través de una campaña de solidaridad dirigida por miembros más ilustrados de la comunidad, pueden construir escuelas y clínicas que dan acceso gratuito a los servicios de salud con la ayuda de voluntarios médicos que son amigos de los oblatos.
Ya sea en Paraguay, en Bolivia, en Perú o en México, las misiones de la OMI con los pueblos indígenas son muchas y variadas. La evangelización siempre va acompañada de la autoorganización hacia la educación y la concienciación de las masas, respetando sus culturas y tradiciones y defendiendo sus derechos humanos básicos.
Hoy, los oblatos pueden estar orgullosos del fruto de su trabajo. Junto a otros misioneros y con los pueblos indígenas de América Latina, afirman paulatina e inequívocamente la lucha de los pueblos indígenas por reclamar sus derechos en todos los niveles, especialmente en el ámbito político. Sin duda, este “despertar” político y social es el preludio de la desaparición de la miseria en América Latina.